Ni la más sutil de las metáforas,
ni la rima más intrincada,
ni siquiera una eufórica ironía
satisface mi deseo.
La ingeniosa fantasía,
escurridiza como el tiempo mismo,
ha sentado precedente,
y hecha raíces
alimentándose de la contradicción.
No vale la pena esforzarse
cuando la voluntad desfallece,
ante una sádica promesa,
y una sonrisa inconsciente
vaga sin destino
hacia su muerte...
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